En el siglo XIX el único puerto que existía en la isla era el puerto de San Juan que nos dice Fray Iñigo Abad y Lasierra en su obra de Historia CIvilGeográfica de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico: “El comercio de Puerto Rico con España era casi nulo y con las comarcas de la corona era limitado”.
Mientras los vecinos de San Juan de Puerto Rico comenzaban adquirir productos, los vecinos de Cabo Rojo nada consumían de España por un sin número de obstáculos que lo impidan. Estaba prohibido transportar sus productos por agua a San Juan, existía escasez de capital, los caminos estaban en pésimas condiciones y el tráfico mercantil era pobre.
Las severas restricciones políticas y legales que mantuvo la Corona Española no construyó a que la economía caborrojeña experimentara un progreso sustancial y los comerciantes extranjeros comenzaron a llevar a la costa de Cabo Rojo mercancías para intercambiarlas para la producción agrícola de los vecinos de Cabo Rojo dando paso al contrabando.
El contrabando se convirtió en la principal forma de comercio y fuente de ingreso. Esto produjo grandes beneficios a los agricultores y comerciantes y burlaban el pago de derechos de aduana obteniendo mayores beneficios. Esta era la única salida rápida que tenían para sus mercancías, porque los buques españoles tardaban años en llegar a la isla.

Las leyes para incentivar el intercambio comercial, como la Real Cédula de Gracias, promulgado en el año de 1815, fueron las que ayudarían a un verdadero cambio en el modelo económico del ayuntamiento de Cabo Rojo. Esta ley autorizó la entrada de extranjeros con recursos económicos, que se interesaran por desarrollar empresas agrícolas y permitiendo la entrada de máquinas, herramientas y accesorios para la labranza; reformó los impuestos; facilitó el comercio libre, directo y recíproco entre a Isla y la Metrópoli.
Cabo Rojo consolidaba el nuevo modelo económico basado en el desarrollo de la caña de azúcar, desde finales del siglo XVIII y comienzo del siglo XIX. También surgió la llegada de negros africanos, inmigrantes franceses y los españoles originales de Venezuela; que se vieron obligados a emigrar hacia los países que ofrecieran mayor protección y seguridad y entre ellos se encontraba Puerto Rico.
Fue entonces, cuando comenzaron a llegar al Puerto Real de Cabo Rojo embarcaciones repletas de inmigrantes y se empiezan a establecer unos junto al puerto y otros en las tierras más cultivables de dicha comarca. Estos no tuvieron dificultades en ser recibidos por el gobierno, en 1813, había emitido un comunicado el cual instaba a que: “Se les diera hospitalidad a las familias que puedan llegar emigradas y el modo con que debían los ayuntamientos y los alcaldes traten con ellos.”
Para el 1821, don Juan Evangelista Ramírez de Arellano, alcalde constitucional de Cabo Rojo, hacía referencia a la ola migratoria de Haití, Santo Domingo, Sur América, Francia, entre otros que llegaban por el Puerto Real de Cabo Rojo y que eran favorecidos por la Cédula de Gracias. Esto abrió de manera permanente a Puerto Rico al comercio extranjero y promovió la inmigración de personas con recursos económicos para el establecimiento de las mencionadas plantaciones.
Algunas familias que se establecieron cercano al Puerto Real de Cabo Rojo fueron los Barber, Santapau, Berenguer, Texidor, Carbonell, Wiscovitch, Petrovich, los Uriel, los Tió y los Sambolín, entre otros.
Para contrarrestar el contrabando por toda la isla, don Ramón Power establece en 1811, la primera Intendencia en Puerto Rico; la cual era una institución independiente y separada del Gobierno de la Península Ibérica; y la Corona española designó como Intendente de la Isla. Don Alejandro Ramírez para que organizara la Hacienda Pública de Puerto Rico para desalentar la práctica de comercio ilegal.
Don Alejandro de inmediato habilitó los puerto marítimos de la isla al comercio libre para estimular la economía y estableció el Puerto Real de Cabo Rojo, en el espacio de mar que separaba la punta de la Mela de la punta del Carenero, que se extiende hasta Punta Ostiones y la ensenada llamada Puerto de Pinos, para que llevaran acabo el comercio con el extranjero. El progreso alcanzado por la economía de la plantación de azúcar, café, tabaco y algodón; junto al crecimiento poblacional, le permitió al pueblo de Cabo Rojo posicionarse como un centro de comercio.
Para ese entonces; Cabo Rojo contaba con un magnifico puerto abrigado de todos los vientos profundo para anclar con seguridad embarcaciones de gran porte donde no existían oleajes ni resacas y topográficamente bien situado. Hacía 25 años que se habíanestablecido un sin número de casas de comercio.
La Capitanía General donde estaba empotrada la influencia del comercio de la Capital entorpeció el comercio por el Puerto Real de Cabo Rojo y el Intendente, don Antonio, en una circular dispuso que las mercancías de las Antillas Danesa y San Tomás solo pudieran introducirse por los puertos de San Juan, Mayagüez, Ponce y Guayama. De hecho, por Real Orden tenía la facultad de limitar las aduanas de la Isla y en 1839 clausuró la Aduana y el Puerto Real de Cabo Rojo. En una carta enviada al Gobierno General de Puerto Rico por varios hacendados de la Villa de San Germán y comerciantes del pueblo de Cabo Rojo explican los males que a su parecer causó la cláusula de la aduana y el Puerto Real de Cabo Rojo.
El Intendente Antonio María del Valle al clausurar la aduana y el Puerto Real de Cabo Rojo privó a los vecinos de San Germán, Cabo Rojo, Sabana Grande y Yauco, fomentar la riqueza de su distrito y llevar a cabo su comercio por el único puerto por donde importaban las mercaderías y efectos necesarios para los comercios que se habían establecido.
En 1839 las superiores autoridades visitaron oficialmente la aduana del Puerto Real de Cabo Rojo y se dieron cuenta que los estorbos que inmovilizaban la prosperidad y la riqueza del pueblo de Cabo Rojo y su distrito emanaban de la ordenes prohibitivas del comercio general de importación.
Mientras se aprobaba un nuevo Plan de Aduanas de la Isla, la Junta de Jefes del Ramo de Hacienda acordaron que el Puerto de San Juan fuese uno general, el Puerto de Mayagüez y Ponce fueran de primera clase, los puertos de Guayama, Aguadilla y Naguabo de segunda clase y los Puertos de Fajardo, Humacao, Salinas, Arecibo y Cabo Rojo de tercera clase, quedando así la Aduana de Puerto Real de Cabo Rojo reducida a receptoría para el 24 de Mayo de 1839.
Las reformas que llevó a cabo el Intendente don Antonio María del Valle en 1838 para reducir las aduanas de la isla, fue para prohibir que el Puerto Real de Cabo Rojo comercializara con las Antillas Danesa y San Tomás y el hecho que muchas de las aduanas como lo era la del pueblo de Mayagüez superaban en el valor de importaciones a Cabo Rojo, tuvo por resultado que el Puerto Real de Cabo Rojo quedara cerrado para 1841 y su aduana desapareciera.
el articulo original fue escrito por Elvin (Pipo) Alvarado Vázquez para la celebración de los 250 años de Cabo Rojo en el 2021
Un puerto seguro es un puerto resguardado del viento a la orilla del mar donde las embaraciones pueden detenerse y permanecer mientras lleva a cabo operaciones de embarque o desembarque.
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